Yo no soy mejor que mis padres

 

Este artículo es un pequeño, pero sincero homenaje a mis padres

Yo no soy mejor que mis padres 

Cuando mi mamá me decía que cuando llegara a la universidad estudiara para ser médico, recuerdo que yo le decía que quería ser carpintero, y más específicamente ebanista; así que al llegar al primer año de la secundaria en el colegio La Inmaculada, allá en Pochocuape, me matriculó en esa carrera técnica.

Recuerdo que no me aguantaba ni el serrucho, jajaja. A medio año deserté. ¿Pero por qué quería ser carpintero fino? Crecí viendo la vida de mi Tío Will, y como vivían él y mi Tía María, yo quería una casa bonita para mí madre, de dos pisos se la prometía. Mi Tío Will me aconsejaba y me regañaba también. Y muchas veces le pedí dinero y no me lo negaba. Junto a mi Tía María nos regalaron cuido y ejemplo. 

Aquí con mi tío Will y con mi hermano Toño en nuestra boda civil

Ya para cuando después de unos años de noviazgo con Mercedita, llegué a la casa de ella, mi novia, a pedir su mano en matrimonio, no siendo ni médico ni carpintero, sino ayudante de panadería. Pero como dos chavalos apresurados ya queríamos ser muy adultos. Entonces recuerdo hablar con mi suegra doña Nubia y con mi suegro don Domingo, bueno con doña Nubia porque don Domingo no habló casi. Era un varón de pocas palabras, pero tan sencillo y alegre. 

Mi suegro con su muy conocida venta de galletas

Despreocupado y relajado, allí estaba con su cajita de fósforos cada vez que alguien de la familia cumplía años y les regalaba dinerito, fuera niño o joven. Gracias a Dios los mitos del terror de vivir con los suegros no lo sufrí yo, porque nos llevamos bien. 

A finales de enero del 2023 esos dos íconos de mi vida convalecían, uno en una cama del hospital Solidaridad y otro en una cama de su hogar. Para el día domingo 22 a las 4 y algo de la tarde se rendía ante la muerte mi amado suegro, y al amanecer como a las 6 de la mañana se unía al cortejo montando la nave que nos lleva al más allá, mi amado Tío. Ambos pasaron a la presencia del Señor.

Es como que mientras tratas de tapar con ambas manos una herida que sangra, te apuñalan por el otro costado. 

La última vez que hablé con mi Tío ahí en el hospital le conté lo que inicié narrando en este artículo y le agradecí; la última vez que hablé con mi suegro oré con él y le dirigí a confesar a Jesús como salvador y le abracé.

De pie aún siguen mi Tía María, mi suegra Nubia, mi Madre y mi Padre quienes han llorado mucho a los ausentes. 

Pero todos peleando la misma batalla desde diferentes trincheras. Eso lo medito cada que estoy al lado de mi papá Manuel Ruiz (cuando me toca a mí acompañarle) mientras espera ser llamado para entrar a su sesión de hemodiálisis en el hospital Bautista, donde tiene que realizarse tres veces a la semana por el resto de sus días.

Aquí en casa de mis padres

A todos les pudiera mencionar errores y debilidades, pero de algo estoy más que seguro: Yo no soy mejor que mis padres, y nunca lo seré. (¡Y, es más, me consta de como mi suegro Domingo amó y fue amado por sus hijos! ¡Soy testigo de la excelente obra que hizo mi tío Will con sus hijos y sobrinos!)

Mis tíos con sus hijos

No sé por qué el profeta Elías diría aquello cuando se encontraba deprimido y asustado, y hasta prefiriendo él morir, pero noto que guardaba recuerdos de sus padres en su corazón y quizás de alguna forma esperaba que donde estuvieran se sintieran orgullosos de él.

Mi suegro y varios de sus hijos

Soy padre y sí de algo con énfasis le doy muchas gracias a Dios cuando oro y siento temor de partir de este lado de la vida, es el permitirme ser Padre. No me canso de ver a mis hijas y llenar mi corazón de anhelos para ellas.  Y ojalá ellas también tengan un día algo que decir o escribir de mí.

Mis padres, mis tíos, mis suegros también sienten eso por mí. Y rebosando de fallas y defectos quisiera honrarles, consciente de que Yo no soy mejor que mis padres. 

"Con amor Julio A Ruiz"

Julio A Ruiz