Arbolito de Algodón

 

Arbolito de Algodón 

Hace varios años, un grupito de hermanitos, talvez 3 o 4 , estaban con su mamá en casa un siete de diciembre como a eso de las 6 de la tarde. Escuchaban la tiradera y la algarabía en las calles por las fiestas de la ocasión.
Siendo niños no tenían una fe tan arraigada como para diferenciar con madurez el contexto espiritual e idólatra de aquello; aunque ya para entonces su mamá los llevaba a la iglesia evangélica.
Pero de algo si estaban claros, ésa noche no había nada para comer, o al menos no lo suficiente, ya que habían otros hermanitos más pequeños también. Así que planearon ir a gritar a ver si conseguían un poco de alimento entre otras cosas.
Pero habría que pedir permiso a su mamá.
Fueron atrevidos y se lo propusieron a su mamá.
La cual silenció por unos segundos y les veía fijamente. Entonces respondió: está bien, vayan, pero se van por allá, para que no los vean. Felices los zipotes, agarraron sus saquitos bien escondidos en las camisas y tomaron vuelo, tratando de no ser descubiertos por los vecinos y algunos familiares que sabían lo que profesaban.
Unas horas después regresaron con cautela, pues ya no podían esconder los sacos llenos de caña, gofio, matracas, sombreros de indio, limones dulces, cajetas, algunas libras de arroz, frijoles, un pollito muerto (al revolverlo con todo en el saco, se ahogó el pobrecito) 
Algunos chavalos vecinos se dieron cuenta y se burlaban de ellos. Pero y qué fue?! Qué les importa?
Alguien de la familia dijo: después hay que pedir perdón. Y todos oraron en la noche pidiendo perdón.

La mamá se reservaba esas cosas, solo ella, porque como en tantas fiestas de fin de año, su esposo andaba embriagándose con sus supuestos amigos.
Ésa misma madre que no se ponía a pelear con la idea de que si el arbolito de navidad era un símbolo satánico o una práctica celta , alegraba a sus hijos cada año armándoles su propio arbolito con una rama de naranjo seca y la envolvía con algodón. Los chavalos dibujaban figuritas de santa Claus, de frosty, hacían estrellas, con cartulina hacían cajitas de regalos; la mamá adornaba el arbolito con papelillos de colores y lo escarchaba.
Y ésa doña se las arreglaba para que a todos sus hijos, que eran varios, no les faltara algo que estrenar, así no fuera algo nuevo. Siempre había cena, lo que fuera.
Aveces los escuincles se dormían antes de la tiradera. Pero eran los años maravillosos, felices, inolvidables, inocentes.

Y que corazón el de esas madres que se entregan de tal manera, el Señor les bendiga grandemente y que nunca le falte el pan en su hogar, ni la fe.
Y que no importa si no hay arbolito comprado con luces de colores. Los chavalos se van a alegrar con un Arbolito de algodón.
La Navidad es el amor ágape del Padre por medio de su Hijo Jesús 🙏🏻




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