Epitafio/
Poema/Julio A Ruiz/año 2024
Aquí yace un hombre,
que germinó de la tierra,
la que ahora de regreso le encierra,
a tiempo,
antes de que la luna se enllene
y aparezca de nuevo la fiera.
Tierra hambrienta que se traga al hombre.
Hombre que muere de hambre,
Y hambre que mata al hombre.
Consume su carne más no su nombre.
Conoció algo de los amores.
Del Filio cantó con los cantores.
Se fascinó con lo Lúdico,
y del Eros se enredó entre los primores.
Párvulo corazón de piel de armuz,
Con el que le amó, imperfecto,
a ella, la mecha de su arcabuz,
con la que respiró la vida,
Y soñó con los soñadores.
Cubriendo a sus vástagos del fuego del sol,
y bajo la luna compartiendo luz
para apartarles de la oscuridad
y de sus horrores.
Frecuente recurre a una fantasía
la que quizás no sabe
que habitó en su mente,
en sus deseos, y hasta en sus dolores.
Pero el mayor amor que conoció.
Es el que le mostró el Señor de los señores.
El que bajó del cielo, el del Padre.
Ágape; y el del Hijo,
que murió por sus asesinos
y pagó por sus deudores;
en quien suscita su esperanza
de renacer de la tierra al oír los sonores.
Este hombre a todos les falló,
y a todos les pide que le perdonen.
Que disipen su rencor,
Y las heridas que este prójimo les causó
sánenlas en el fondo de sus oraciones.
Escriba de esta lápida,
dime,
Será que has cincelado un epitafio,
un prontuario, o una de sus confesiones?
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